martes, 31 de enero de 2012

Un toque de lujuria

Título: Un toque de lujuria
Por: Stephanie Vázquez






Ella solía decir  que todo estaba bien. Era divertido pretender que era correcto, que tal vez todo saldría bien al final.

Tal vez mi mente ansiaba pensar que esta triste ilusión se tornaría en realidad. 

Los encuentros casuales se volverían eternos, que esta simple aventura tuya acabaría en compromiso.

Me darías un verdadero papel importante en el drama que llamas vida, que dejaría de ser un oyente.

La mentira se convertirá en verdad, la vergüenza en orgullo, la lujuria en amor. Dejar de fingir que no escuche tus gemidos, que no te hice mía más de una vez, que no fue mi nombre el que gritabas.
Y te veo caminar frente a mí, ocultándote tras una fachada de inocencia mientras me seduces en secreto.

Aun recuerdo el primer día en el que todo termino antes de siquiera comenzar. 

Tomaste mi mano con delicadeza, y caminamos hasta quedarnos solos. Me contaste como te sentías sola, como necesitabas tanto de un hombre a tu lado. Nunca espere que yo fuera al que necesitarías, mucho menos al que usarías.

Tus labios rosaron con los míos hasta transformar ese dulce beso en un apasionado arrebato de lujuria. Sin embargo no fue suficiente, y por primera vez toque tu piel, mientras tú desgarrabas la mía. Fue ahí cuando me convertí en un juguete. Uno con el que te entretenías sin descanso, me arrastrabas a la obscuridad para hacerme presa de tu cuerpo.

Besabas mi cuello con desesperación, te acaricie con delicadeza, arrebatabas mi ropa con fiereza, desabrochaba lentamente los botones de tu camiseta. Tus manos quemaban mi piel, las mías tranquilizaban la tuya.

Te hice mía, mientras el viento escuchaba el nombre del que te hacia gritar.  Y aun así estoy aquí resintiendo tu cuerpo. Rogando por volver a tocar tu piel, ansiando penetrarte por última vez. 

-Estoy aquí para ti- solías decir

Uno de los tantos delirios de mi mente perturbada, ya no tenía conciencia solo me guiaba mi libido. Esa necesidad carnal que jamás imagine tener. La mujer que nunca soñé obtener.

Posicionados en un rincón, conteniendo nuestro deseo, acariciando nuestra intimidad. Reías en voz baja, disfrutabas la adrenalina que sentíamos. Te burlabas de mi necesidad, de mi cruel adicción. No aspiramos a más ese día, te hallabas satisfecha a pesar de que yo no lo estaba. 

Nuestro último encuentro antes de declarar un supuesto final.    

Entonces la realidad decidió aparecer, me dijiste adiós con tus acciones y no con palabras, fue la última vez que te consumí.

Puedo confesar que me he enamorado, no de ti sino de tu pecado. De la mentira que vivimos, de lo que acabo antes de siquiera empezar.

Amor, no, tan solo un toque de lujuria.

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