La bestia Baila Poesías Melancólicas

Y mi cuerpo engendrado por una mente andrajosa,

Se rehusa a triunfar diariamente,

No tomes el tiempo de mi respiración, no servirá de nada, hoy te digo adiós.

Me esfumaré, serás el mejor ser, que jamás llegué, completamente, a comprender.

Desde que te conocí decidí contemplarte de lejos. Añorando cada relleno de soledad entre tu tiempo.

Y entrar pasajera, despavorida, para así reclamar tu ayuda.

Pero no cedí,

Y tú viniste a mí,

Complicando mi estrategia,

Arrastrándome más allá de tu mirada.

Queriendo palpar tu figura, insistes en abrir cada cerradura más sin embargo ninguna te embriagará tanto como la duda.

¡Vete de aquí! Y no me dejes sola que me encuentro confundida y quiero tenerte ahora.

Con esperanza tenerte,

Inconsciente bajo las condiciones de mi mente,

Pero exageraría tus cualidades hasta quedar locamente involucrada en tu persona, en ese personaje que interpretas del cual su mano me gustaría tomar y a su alma otorgarle mis alas.

Te decepcionaré, antes de conocerte lo sospeché.

Con solo verte lo imaginé.

Esa canción se vuelve mi psiquiatra, la obligo a que repita la verdad, más no la quiero escuchar.

Aléjate de mi, no me hables y causarme con eso el dolor latente que cesará de molestarme cuando no te encuentres, no dejes huella de tu partida, extiende mi agonía, juega con malicia.

Dejemos que nuestra comunicación se extinga y quédate con este amargo sabor.

Podría darte lo que buscas, fingir arpiamente como una buena artista… Te ordeno que me bajes de esa vitrina, que opaques el brillo que me ilumina, la lucidez no me fortalece es por eso que quiero que te alejes…

Destilas un orgullo ajeno, deja de convencerte, tu vuelas destilando una añeja sabiduría, yo corro de mis sólidas pesadillas.