domingo, 25 de diciembre de 2011

Me marché de aquí

Titulo: Me marché de aquí
Por: Cristian Vazquez



Ya no me busques. Me marché de aquí con mis palabras, las que tanto dije y escribí, las que grité a los cuatro vientos y las que callé. Las puse a cada una en un costal muy grande, muy muy grande, pa’ que quepan todas; justo sobre mi espalda donde estarán más cómodas, lejos de la punta de la lengua.
 
Hace ya un rato que decidí marcharme y todo va bien. ¿A dónde voy? A donde las palabras crezcan solas, donde no necesite liberarlas de a poco; donde duerman tranquilas, llámese el futuro o el camino a nunca jamás o mejor a quien sabe dónde. Sí, a quien sabe dónde. Ahí si te dejan hacerte más viejo, morir, crecer; hay que crecer. Ahí  vamos.
 
El camino es largo y las tragedias comienzan a surgir. Hay palabras que se caen paso a paso. A amor  la quise poner en el bolso izquierdo de mi camisa, pero se cayó mientras tomaba rumbo. La pobre es más ciega que un murciélago, así que es caso perdido. A calma la acomodé a mero arriba del costal, para que cuidara a las demás, pero parece que la sacaron a golpes. Nunca se llevó bien con pasado. Así que mientras avanzan los pasos me quedo sin mis favoritas y otras no tan queridas se añaden a los pasos aferradas a seguirnos. Cuelgan; se reproducen.
 
Tiempo  va corriendo por la bolsa y se come a otras tantas. Algunas no quieren marcharse, salen de su guarida y duermen en los adentros de la mente, dictan el rumbo. Soledad  me acompaña a todas partes, va de la mano de duda;  a veces ambas son golpeadas por suerte. Ocasionalmente platico con lujuria y me cuenta las ventajas de estar solo. Conciencia está perdida, lleva rato ya que la escucho y no la veo; creo que grita desde muy lejos.
 
Experiencia está engordando mucho. Te aseguro que ya no la reconocerías, ha cambiado desde que me fui, siempre está abusando de fe y de inocencia. Se ve muy lejos la meta. Todas están alborotadas; salen, juegan, gritan, consumen mi energía. Se mezclan, procrean nuevos seres que pesan, pesan bastante. Cada vez me cuesta más cargar más con el costal, los pasos se tornan difíciles y comienzo a necesitar de alguien. Quizá por eso te escribo. Cuando estabas conmigo era más sencillo, aunque no por ello te extraño, ellas y yo estamos bien.
 
Creo que tarde o temprano le haré un hoyo a este costal y conseguiré otro; en realidad por eso te escribo. Necesitaré que devuelvas un poco de las palabras que ya te di, para volver a tomar rumbo.
Estoy en lo más profundo de quien sabe dónde; sé que sabes cómo mandarme lo que necesito.
 
Devuélveme un poco de las palabras que te llevaste;
Infancia.
 
Con cariño. Cristian.

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