martes, 27 de diciembre de 2011

Ella (parte 1)


Desde el salón al final del pasillo podía oirla llegar. El taqueteo de los tacones que balanceaban graciosamente su peso contra el piso. Podía imaginarla. El bamboleo de la falda al ritmo de sus caderas al caminar, los movimientos de su pequeña bolsa que tenía colgada del hombro, el ligero sueter para protegerse de la brisa y del frio que hacía ese día. Era perfecta.

Sus cabellos oscuros meciendose a la merced del aire que corría por la ventana, sus senos rebotando al ritmo de sus pasos, su clara piel que brillaba con las lamparas del pasillo, sus delicadas manos que seguramente tenían un anillo entre los dedos, y el tono azul apagado de sus ojos que miraban fijamente hacia el salón.

Lastima que nunca llego a su destino.

Una cadena oxidada, que nunca había sido cambiada desde la construcción del edificio, dejo caer una lampara sobre su craneo matandole al instante.

Todo eso, antes de terminar mi café de la mañana.

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