Titulo: Lo que son las cosas.
Por: Ricardo Lindquist.
Por: Ricardo Lindquist.
Caminaba con paso firme
lanzando amores al viento,
esperando una metáfora del silencio.
La lluvia violaba mi rostro y consumía la
llama de mi cigarrillo. Mi calzado inundado
le hacía par a mi mente.
Un viejecillo silbaba el estribillo de una vieja
pieza, la tarde era gris y no la encontré
por ningún lado, eran las cinco y cuarto,
ella no llegaba...
Deposité mi esperanza en el cesto de basura
mientras veía a un hombre abrazar a sus
hijos para que no se mojaran.
Un vendedor de rosas con tintes ancianos
notó mi rostro desencajado y con una voz
humilde dijo algunas palabras.
Las rosas son las musas de la verdad y
usted manifiesta la duda, tome
esta y deje que el destino nos de la
última carta.
Con una sonrisa irónica la tomé
dando las gracias por el detalle.
La tarde daba sus últimos suspiros
y la lluvia no tenía intenciones
de ocultar su ira.
Emprendí el camino de regreso, ella
no llegaría a la cita. Las dudas
aprovecharon el momento.
A lo lejos pude verla caminando, llevaba
prisa supongo, una sonrisa iluminó mi
rostro.
La seguí con la rosa en la mano, sin que ella
se diera cuenta. Hasta llegar a un callejón
que daba fin a la avenida.
Paré de caminar y la vi abrazar a otro hombre.
algo dentro de mi sonó, tal vez el colapso de
mi ilusión o la explosión de mis latidos.
Una lágrima se confundió con la lluvia,
la rosa cayó en la encharcada calle.
La última carta estaba jugada.
esperando una metáfora del silencio.
La lluvia violaba mi rostro y consumía la
llama de mi cigarrillo. Mi calzado inundado
le hacía par a mi mente.
Un viejecillo silbaba el estribillo de una vieja
pieza, la tarde era gris y no la encontré
por ningún lado, eran las cinco y cuarto,
ella no llegaba...
Deposité mi esperanza en el cesto de basura
mientras veía a un hombre abrazar a sus
hijos para que no se mojaran.
Un vendedor de rosas con tintes ancianos
notó mi rostro desencajado y con una voz
humilde dijo algunas palabras.
Las rosas son las musas de la verdad y
usted manifiesta la duda, tome
esta y deje que el destino nos de la
última carta.
Con una sonrisa irónica la tomé
dando las gracias por el detalle.
La tarde daba sus últimos suspiros
y la lluvia no tenía intenciones
de ocultar su ira.
Emprendí el camino de regreso, ella
no llegaría a la cita. Las dudas
aprovecharon el momento.
A lo lejos pude verla caminando, llevaba
prisa supongo, una sonrisa iluminó mi
rostro.
La seguí con la rosa en la mano, sin que ella
se diera cuenta. Hasta llegar a un callejón
que daba fin a la avenida.
Paré de caminar y la vi abrazar a otro hombre.
algo dentro de mi sonó, tal vez el colapso de
mi ilusión o la explosión de mis latidos.
Una lágrima se confundió con la lluvia,
la rosa cayó en la encharcada calle.
La última carta estaba jugada.
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