sábado, 16 de julio de 2011

El Artista

 Titulo: El Artista
Por: Zyanya Tanahara






Sólo quería que la tormenta carmesí salpicara las paredes y  así la habitación se tornase más cálida y colorida. El liso vacío de ellas le enfermaba, la nada ganaba la batalla y con una sonrisa burlona, despectivamente se jactaba de ello. 

Era excitante como los alientos se reducían bajo sus manos, y el tinte cobalto empezaba a predominar en el rostro suplicante. Los labios amoratados, donde en vano nacían imploraciones apelando a una piedad inexistente, iban perdiendo su fuerza. El cuerpo que debajo yacía distaba de tener algo que envidiar a un cascarón vacío, sin embargo, la fiereza de la mirada fija no disminuía mientras su vida escurría paulatinamente. Todo iba con demasiada suavidad y los ojos que parecían querer saltar de sus cuencas no hacían más que minar la paciencia. 
"¿Es eso lo que realmente quieres?" . Decepcionado, sacó su instrumento afilado preferido y acarició seductivamente el cuello marfileño que era ahora de su posesión. El cuerpo apenas se estremeció ligeramente y carecía ya hasta de fuerzas para que el horror cubriera sus ojos. Dos tajos y el movimiento cesó.
"Tan fútil. Unos minutos y la vida se apaga con tanta facilidad, volátil. Los humanos son tan despreciables, son los únicos seres que no aceptan su final y se empecinan en luchar. Creen en su superioridad ante la naturaleza, pero, así tiene más sentido. La sorpresa en el rostro que se despide de su vida. Definitivamente más enervante que el sexo."
Era momento de callar a la nada, sus gritos ensordecedores destruían su buen humor.
En trance, con el sabor de la dulce miel de la venganza masturbando su paladar, alzó el cuerpo por encima de sus hombros. Inhalo profundamente, esperando a que las musas le susurraran tiernamente al oído sus designios. Ser elegido por encima del resto de los mortales para cumplir sus ordenes no era un honor, sino simplemente, el orden natural de las cosas.
Visualizando su lienzo tridimensional empezó a operar. Estrelló con una violenta fascinación el cuerpo inerte contra las paredes en una vertiginosa danza sin mente.
La vida solo podía expresarse en su máximo esplendor ante su contrario, y el purpúreo se contoneaba con magnificencia antes de tomar su lugar en el blanco lienzo, exhibiendo todos sus encantos.
Hasta la gravedad parecía aliarsele, pues su instrumento no se resistía a subir y bajar, solo se rendía a su danza y la representaba con gracia. Eso probaba que de existir un Dios, él había sido bendecido en su tarea.
Observó a su alrededor. El espectro que antes se cernía sobre la habitación había desaparecido, y ahora destilaba de una explosión de vida. Quizá el mismo era Dios, los estúpidos mortales no serian capaces de crear como el lo hacia, de revivir lo inanimado.

En un pestañeo se encontraba de regreso con un pincel en mano y su diseño glorioso en un cuadro. Su esplendor solo podía apreciarse en su totalidad en un cuarto, pero la única opción viable para subsistir era esta.
Una persona se acercó a él. No recordaba la razón por la cual estaba en su estudio
- ¿Es está su última creación?- perturbó al silencio.
La comisura de su boca se torció un poco bosquejando una sonrisa.
-Así es. ¿Le agrada?-
- Usted definitivamente es un visionario que ha redefinido el arte de nuestros tiempos. Concuerdo con los críticos. ¿De donde obtiene su inspiración?-
- Creo que es difícil definirlo, pero, principalmente del vasto y desmedido amor que me inspira la humanidad- 

No hay comentarios:

Publicar un comentario