sábado, 28 de mayo de 2011

¿Te gusta Sufrir?

¿Y a ti, te gusta sufrir?
No cabe duda que a los seres humanos nos encanta sufrir. Somos individuos tan poco acostumbrados a disfrutar, al grado que cuando nuestro entorno nos entrega mil posibilidades de sonreír, nosotros buscamos dos mil de que quejarnos; ¿Me equivoco?

La estabilidad es efímera, llega y subsiste por breves momentos en ocasiones imperceptibles, tenemos todo a nuestro alcance y seguimos buscando más, imaginamos modelos de la vida ideal y la vida misma deja de ser el único motivo de la existencia. No sabemos qué queremos y sin embargo queremos más. No nos damos cuenta, pero vivimos con la única intención de que pase el tiempo, nuestro fiel compañero y fiel verdugo que nos atrapa en la permanente tendencia y la irónica añoranza de crecer, de cercanas metas que también son preocupaciones, el sueño de graduarnos, el anhelo de conseguir un mejor trabajo o la ilusión tener un hijo, e irremediablemente, la nunca trazada pero siempre existente meta de envejecer, envejecer a un ritmo que creemos lento, pero que va con la misma rapidez con la que las estaciones cambian, cada día más notorio, en una acción que ocurre cada segundo.

 ¿Sabes qué extraño de mi infancia? Extraño de mi infancia no percatarme de ello. Extraño de mi infancia no tener metas a futuro más que pensar que comería saliendo de la escuela o inventar una forma de faltar al karate (¿quién no extraña poder ser irresponsable sin consecuencias?).

Extraño poderme mantener atento a una caricatura, pensar que podría ser profesional en algún deporte; extraño disfrutar en un columpio; extraño comer un chocolate sin pensar en la calorías o los granos, extraño poder hablar sin cuidar cada palabra, extraño ir por la vida buscando amigos y no relaciones. Extraño pensar que todo es nuevo, extraño pensar que todo está bien, extraño pensar que todos están bien; lo que jamás extrañaré es pensar que yo nunca estaba bién.

Pues lo peor de todo, lo peor de esta nostalgia al pasado es darme cuenta que nunca me percaté de todo lo que tuve, es darme cuenta que ya no hay vuelta atrás. Siempre quise crecer. Siempre soñé con tener la palabra, siempre soñé con reconocimiento, siempre soñé con responsabilidades.  Siempre sufrí por no ser aceptado, en vez de disfrutar a quienes me aceptaban. Siempre quise ser mejor en vez de reconocer lo que ya era. Gocé mi infancia, lo admito, la gocé. Me reí en exceso, imaginé mil cosas, jamás me faltó nada. Disfrutaba por que vivía,  disfrutaba por accidente, nunca viví para disfrutar. ¿Tú si?


Hoy tomaré las mil cosas que tengo para caer, las mil responsabilidades, los problemas, las dudas, las caídas que ya cometí, hoy disfrutaré cada una; pues hoy, casi 18 años después, lo entiendo. Hoy, después de autocompadecerme y darle mil vueltas en silencio toda la noche a las responsabilidades y compromisos que se me vienen encima; me doy cuenta. No cabe duda que a los seres humanos nos encanta sufrir.

¿Por qué?

Cristian Vázquez, Domingo 22 Mayo.

1 comentario:

  1. Solo puedo decir que muchas veces pienso que es tiempo de dejar de sufrir y decido ser feliz. Pero pronto me doy cuenta que estoy sufriendo otra vez. Termino por aceptar que en mayor o menor forma sufrir es parte de la vida. Sin embargo, no me conformo con tal explicacion. Seguire recordandome que la gran mayoria de las causas de mi sufrimiento son pobres intepretaciones de mis experiencias. La gan mayoria de las razones por las que sufro no valen la pena. Baya circulo vicioso!

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