jueves, 9 de febrero de 2012

Yo no soy Magdalena

Título: Yo no soy Magdalena
Por: Mariana Zérega





Debajo de las escaleras que hipnotizan, con su forma de caracol te escondes. Yo sólo veo tu sombra y nada más. Escucho tu respiración agitada y nerviosa, y en silencio suplico que no te percates de mi presencia, oculta tras la pared.

¿Dónde estás ahora? Que no te vi partir jamás. Has dejado tu lugar vacío y yo parece que estoy clavada al mismo suelo de siempre. ¿Dónde estoy yo ahora? Que no veo nada, no siento, ni percibo el aroma que se desprende de la vida.

¿Y si te acercas un poquito más? Por favor, que quiero sentirte. Porque quiero tenerte conmigo, quiero tenerte a mi lado. No te vayas. Si te vas, ya no existes.

Sigo las huellas que dejaste sobre la tierra después de la lluvia, y me llevan a más allá de lo que no conocía. Te ves tan lejano, sólo logro distinguir tu sombra. Entre el azul del cielo, entre lo blanco de la brisa.

¿Tú me seguirías? Si dejara mis huellas en el barro, si olvidara algo y me buscaras con ese pretexto. Si solamente hubieras visto mi sombra, si jamás me hubieras visto con mi velo de distancia que se interpone entre el mundo y yo. ¿Vendrías conmigo?

Y te acercas, y te vas. Como esperando a que yo vaya por ti. Y te alejas un poquito más. Entonces, yo me alejo también, para ver si así te acercas. Y te vas, y me voy.

Te comportas como un niño, y esperas que yo reaccione como tú. Que llegue y te llore un mar de lágrimas caprichosas y lave con ellas tus pies. Pero dime, ¿existe una razón para que eso suceda? Yo no soy tu Magdalena para irte a llorar, porque no lloro mas de una vez al año.

Detrás de una roca veo salir una de tus piernas. Como siempre te escondes de algo que no conozco. Camino lentamente, para no desconcentrarte, para no provocar ningún ruido, para que el silencio siga como debe de estar. Y me acuesto en el suelo.

¡Cuánta brisa y cuánto frío hace! Mira como las gotas se quedan en tu cabello. ¿No tienes frío? Estás descalzo y tus manos se sienten como el hielo.

¿Qué ganas con perderte en el tiempo? ¿Qué ganas ocultando tu existencia? Más soledad que la tuya no existe. Y tu sombra jamás me perdonará el seguir tus huellas por simple curiosidad. ¿A dónde me llevarán? Cada día la duda se vuelve más entera, y la forma en que se va descubriendo el camino debajo de las olas, me hace pensar que a dónde vas es a ningún lugar.

¿Comerías mi carne si yo muriera? Yo no sé si sería capaz. Al parecer tú te comerías a ti mismo por el simple placer de matarte.

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