viernes, 3 de febrero de 2012

Carta de un adiós sin remedio

Título: Carra de un adiós sin remedio
Por: Abigail Arreola y Claudio Güitrón





Me despido de esos versos tristes, que te escribía con las lágrimas apretándome los ojos. De esas palabras retorcidas; de esos labios que no toco.
Me despido para siempre de las palabras que no dije, de los te quiero callaba cada vez que te alejabas, me despido de esos versos tristes, del amor que me mataba.


No quien que pienses que no es difícil decir adiós, trato de ser fuerte, pero no lo soy.
Me despido porque solo me esta estorbando mas de lo que me ayudan,
Me despido de aquellos poemas que no te entregué, esos que se quedaron en la libreta, que se fueron empolvando, que se fueron acumulando.
Me despido para siempre de mis deseos de darte un beso en invierno, aun cuando se te partieran los labios

Me despido de esos versos triste que me dediqué, me despido de todo aquello que hable de tus ojos negros que me iluminaron el camino a recorrer. Me despido, dentro de estas palabras ya no hay lugar ni para ti ni para mí. Entre mi vida, ya no hay espacio para tus manos en mi espalda. Entre mis sueños ya no hay queda nada de tus labios y entre mis ojos ya no te veo amor, ya no te veo.

Me despido de la sensación áspera de tu piel, de esa barba a medio crecer y a medio cortar que no le tomaba importancia cuando me abrazabas para cubrirme del viento
Me despido de tu sazón al cocinar cuando estaba enferma, me despido de tus historias de aventuras en lugares que no conozco



Porque en tus manos ya no hay espacio para las mías, En tu cama ya no hay espacio para mi cuerpo y en tus sueños ya no hay existencia para mi presencia
Porque en tus tardes ya no hay espacio para nuestros planes, ya no somos nosotros, solo eres tu, solo soy yo.

Y lo que no fuimos no podría ser aunque no haya sido. Lo que no intentamos se reduce a ganas y lo que ganamos se convierte en viento; porque solo fabricamos malas memorias y desechamos los buenos recuerdos. Porque para lo único que nos queda tiempo ahora, es para despedirnos de nosotros, de lo que fueron mis derrotas; de mi paciencia que no fue otra cosa que un juego dónde yo fui el perdedor.



Sabiendo que perdería me aventuré a jugar
¿Quieres hacer reír a Dios?
Cuéntale tus planes, cuéntale tus sueños al lado del hombre que hizo un mundo nuevo y maravilloso dentro de tu cabeza, Cuéntale que te dormiste pensando en él y despertaste con su recuerdo entre tus ojos.
El sabrá que hacer para arruinarte.

A jugar con tus medias verdades que me sabían amargas, a jugar con mi tiempo que cada vez se reducía a nada.

¿Todo para que? para quedarte con el botín de nuestro tiempo, de nuestros sueños de todo lo que quisimos y deseamos, para quedarme con tus mentiras y tus trampas, cosa que me pareció bien, con tal de verte contento, me deje llevar tanto tiempo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario