Título: Hay que salvar el español.
Por: Uriel Luviano
La redacción es una herramienta indispensable para cualquier persona. La RAE la define como poner por escrito algo sucedido, acordado o pensado con anterioridad. De acuerdo a esto, uno la usa siempre que quiere escribir algo, sea lo que sea. Incluso las personas que, presumiendo su indiferencia y rebeldía (sic), alardean de no tener redacción, la tienen, sólo que deficiente y perezosa.
Además de las ventajas obvias, como facilitar la obtención de un empleo, hacer nuestra comunicación más eficiente, causar una buena impresión en los que nos escuchan hablar, entre otras más igual de benéficas, una buena redacción tiene muchas ventajas igual de buenas, sólo que más sutiles.
***
La habilidad para redactar está fuertemente ligada a la habilidad para pensar y razonar. Agarrándonos de la teoría que maneja George Orwell en “1984”, un lenguaje limitado y escueto sólo permite pensamientos y razonamientos básicos y lineales. Dicho de otra manera, la mente llega hasta donde el lenguaje se lo permite. Si uno maneja el lenguaje de una manera desorganizada, deficiente y poco cuidadosa, es muy probable que nuestro pensamiento sea parecido. Análogamente, si nuestro léxico es reducido, la variedad de los pensamientos que podemos concebir, y más aun expresar, disminuye exponencialmente.
Siendo esto tan evidente, uno esperaría que la gente le prestara gran atención a su manera de escribir. Desafortunadamente, esto no es así. El avance de las tecnologías de la comunicación, aunado a una ola de indiferencia que raya en el nihilismo, observable en casi todos los jóvenes, ha desembocado en que la redacción sea tristemente descuidada, tanto en las escuelas como en la sociedad.
***
Es normal y necesario que los lenguajes se simplifiquen y contraigan con el paso de los años. Esta tendencia es evidente en casi todas las lenguas habladas hoy en día, excepto algunas lenguas muertas. Así como las palabras tienden a contraerse, las estructuras gramaticales se simplifican, cayendo algunas construcciones en desuso y posterior extinción, y creándose nuevas para facilitar la expresión escrita y oral. Pero lo que se ha visto en los últimos años es alarmante.
La situación del español, sobre todo en México, es crítica. Por un lado, la falta de lectura en la juventud acarrea una ortografía deprimente y un léxico que normalmente se limita a si, no, y wey. A su vez, el acelerado ritmo de vida que llevamos, “justifica” el que se abrevie el lenguaje a tal grado, que en lugar de facilitar su comprensión, la vuelve una tarea dolorosa y cansada.
Es fácil echarle la culpa al internet y decir que por su culpa los muchachos hoy en día escriben AaaaASshiiiiIIIphzzzzz*, pero los nuevos medios de comunicación no pondrían nuestra redacción patas pa’arriba si tuviéramos una cultura de identidad lingüística, ya no fuerte, tan siquiera existente.
Debemos cuidar nuestro lenguaje, ya que es la representación más fiel de nuestra cultura. Asimismo, el español nos permite expresar sentimientos y situaciones que no sería posible plasmar con palabras de ningún otro lenguaje. Si no cuidamos nuestra redacción, poco a poco perderemos nuestro lenguaje y su riqueza, hasta el punto en el que no quede nada del español glorioso que usó Cervantes para escribir el Quijote, ni sus variantes regionales que tantas obras de arte han sustentado. Debemos cuidar nuestra redacción no tanto para tener un buen trabajo más tarde, sino como un deber con el lenguaje que tanto nos ha dado, pues ignorar sus reglas y normas es tan ruin como morder la mano que nos dio de comer, sobre todo en estos momentos en que dicha mano está en peligro de claudicar ante el peso de la globalización.
No hay comentarios:
Publicar un comentario